El reto no es sólo de los profesionales de Enfermería, ni de los líderes, o los docentes. Creo que, fundamentalmente, el reto es de la sociedad y, en particular, del sistema de salud (público y privado) en el que trabajan la mayoría de las enfermeras. Pero no sólo en el sistema de salud, hay trabajo de enfermería en otras áreas: servicios sociales, educación, asociacionismo, cooperación, etc.
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En primer lugar, la enfermería ha de poder demostrar sus competencias propias en todos los ámbitos de trabajo. Los usuarios reclaman profesionales con habilidades de comunicación, que permitan la expresión de la queja, que escuchen las necesidades, los miedos, las dudas, que sean sensibles a sus limitaciones, que les den confianza, que transmitan esperanza, que les capaciten para el autocuidado.
Las enfermeras saben y deben personalizar los cuidados: evaluando las necesidades de cada paciente, de cada persona con la que desarrollan su trabajo, proponiendo y planificando intervenciones que resuelvan, o ayuden a resolver, los problemas detectados. Los diagnósticos enfermeros, las intervenciones de enfermería y los resultados esperados de las mismas deben ser los ejes de la actuación profesional.
Las enfermeras han de seguir desarrollando su rol educador y ampliando este rol a otros ámbitos no sanitarios: promoción de la salud de niños y jóvenes, en salud laboral y prevención de riesgos, en la promoción del envejecimiento activo, etc.
Los profesionales de enfermería han de poner en valor su capacidad de apoyar a la familia en su rol de cuidador: en el ámbito domiciliario, en atención primaria y hospitalaria. Las enfermeras actúan como agentes promotores de salud, como evaluadoras, gestoras, planificadoras de cuidados y han de ser la referencia de quienes prestan algunos de esos cuidados básicos: las cuidadoras familiares de enfermos, ancianos, niños o dependientes.
Nuestros profesionales tienen una visión continuada e integral de los procesos y eso les permite intervenir frente a diferentes factores determinantes de la salud y la enfermedad y proponer acciones que optimicen las capacidades y recursos de los ciudadanos, las familias y las comunidades con las que trabajan. Una enfermera comunitaria, por ejemplo puede proponer adaptaciones en la vivienda, cambios en el estilo de vida que eviten riesgos para la salud, poner en marcha recursos sociales para apoyar a una persona discapacitada a ser más autónoma, poner en contacto a un enfermo con una asociación de afectados que dispone de grupos de autoayuda, evaluar la adecuación de un tratamiento o la dificultad de su seguimiento, y mucho más.
En una entrevista reciente una de las enfermeras docentes, experta en la convergencia europea de Enfermería, señalaba que los profesionales de enfermería estamos infrautilizados en nuestra sociedad. Estoy de acuerdo con ella. Como causas de esta infrautilización señalaba el paradigma dominante en el sistema de salud y la creciente mercantilización de la atención de salud. La preeminencia del modelo biomédico no ayuda a desarrollar nuestras funciones propias: cuando las enfermeras emplean la mayor parte de su tiempo en actividades derivadas de órdenes médicas, estamos perdiendo un potencial de valoración de necesidades y planificación de cuidados que complementan y colaboran en la resolución de los problemas de salud de la población. Por otro lado, cuando la medida de resultados se ofrece exclusivamente en términos económicos y monetarios no es fácil visualizar el valor de los cuidados, no es fácil hacer notar la calidad de atención: ¿Cómo constatar que importa el cuidado que se ponga en los cuidados? ¿Cómo medir la calidad de los cuidados de enfermería? Hemos de seguir profundizando en indicadores, criterios y métodos que visualicen el trabajo de enfermeras y enfermeros en el ámbito hospitalario y en atención primaria. Indicadores y criterios que nos sirvan para reflexionar a todos, para ponderar los recursos que se destinan a las distintas medidas de atención y para guiar las decisiones en política sanitaria. Y las enfermeras no pueden ser el colectivo profesional con el que abaratar costes salariales, no pueden estar a merced de intereses económicos de las políticas que recortan gasto social o de las empresas privadas que, en su afán de lucro, contratan precariamente al personal de enfermería, entre otros.
https://www.miciudadreal.es/2007/05/04/que-pueden-aportar-las-enfermeras-a-la-sociedad/
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En primer lugar, la enfermería ha de poder demostrar sus competencias propias en todos los ámbitos de trabajo. Los usuarios reclaman profesionales con habilidades de comunicación, que permitan la expresión de la queja, que escuchen las necesidades, los miedos, las dudas, que sean sensibles a sus limitaciones, que les den confianza, que transmitan esperanza, que les capaciten para el autocuidado.
Las enfermeras saben y deben personalizar los cuidados: evaluando las necesidades de cada paciente, de cada persona con la que desarrollan su trabajo, proponiendo y planificando intervenciones que resuelvan, o ayuden a resolver, los problemas detectados. Los diagnósticos enfermeros, las intervenciones de enfermería y los resultados esperados de las mismas deben ser los ejes de la actuación profesional.
Las enfermeras han de seguir desarrollando su rol educador y ampliando este rol a otros ámbitos no sanitarios: promoción de la salud de niños y jóvenes, en salud laboral y prevención de riesgos, en la promoción del envejecimiento activo, etc.
Los profesionales de enfermería han de poner en valor su capacidad de apoyar a la familia en su rol de cuidador: en el ámbito domiciliario, en atención primaria y hospitalaria. Las enfermeras actúan como agentes promotores de salud, como evaluadoras, gestoras, planificadoras de cuidados y han de ser la referencia de quienes prestan algunos de esos cuidados básicos: las cuidadoras familiares de enfermos, ancianos, niños o dependientes.
Nuestros profesionales tienen una visión continuada e integral de los procesos y eso les permite intervenir frente a diferentes factores determinantes de la salud y la enfermedad y proponer acciones que optimicen las capacidades y recursos de los ciudadanos, las familias y las comunidades con las que trabajan. Una enfermera comunitaria, por ejemplo puede proponer adaptaciones en la vivienda, cambios en el estilo de vida que eviten riesgos para la salud, poner en marcha recursos sociales para apoyar a una persona discapacitada a ser más autónoma, poner en contacto a un enfermo con una asociación de afectados que dispone de grupos de autoayuda, evaluar la adecuación de un tratamiento o la dificultad de su seguimiento, y mucho más.
En una entrevista reciente una de las enfermeras docentes, experta en la convergencia europea de Enfermería, señalaba que los profesionales de enfermería estamos infrautilizados en nuestra sociedad. Estoy de acuerdo con ella. Como causas de esta infrautilización señalaba el paradigma dominante en el sistema de salud y la creciente mercantilización de la atención de salud. La preeminencia del modelo biomédico no ayuda a desarrollar nuestras funciones propias: cuando las enfermeras emplean la mayor parte de su tiempo en actividades derivadas de órdenes médicas, estamos perdiendo un potencial de valoración de necesidades y planificación de cuidados que complementan y colaboran en la resolución de los problemas de salud de la población. Por otro lado, cuando la medida de resultados se ofrece exclusivamente en términos económicos y monetarios no es fácil visualizar el valor de los cuidados, no es fácil hacer notar la calidad de atención: ¿Cómo constatar que importa el cuidado que se ponga en los cuidados? ¿Cómo medir la calidad de los cuidados de enfermería? Hemos de seguir profundizando en indicadores, criterios y métodos que visualicen el trabajo de enfermeras y enfermeros en el ámbito hospitalario y en atención primaria. Indicadores y criterios que nos sirvan para reflexionar a todos, para ponderar los recursos que se destinan a las distintas medidas de atención y para guiar las decisiones en política sanitaria. Y las enfermeras no pueden ser el colectivo profesional con el que abaratar costes salariales, no pueden estar a merced de intereses económicos de las políticas que recortan gasto social o de las empresas privadas que, en su afán de lucro, contratan precariamente al personal de enfermería, entre otros.
https://www.miciudadreal.es/2007/05/04/que-pueden-aportar-las-enfermeras-a-la-sociedad/