En conclusión la mecánica celeste desde el punto de vista de J.M Torroja.
La Astronom ía de Tolomeo trataba de explicar los movimientos de
los planetas a base de combinaciones de movimientos circulares y unifor-
mes (movimiento perfecto), porque ese era, siguiendo a Aristóteles, el mo-
vimiento que convenía a los astros (seres perfectos), Durante muchos si-
glos, el problema de la Astronom ía consistía en encontrar un sistema, pri-
mero geocéntrico y después heliocéntrico que, combinando movimientos
circulares y uniformes, nos definiera las posiciones de los planetas ( y del
Sol y la Luna) en coincidencia con las posiciones observadas. Y para ello
hubo que recurrir al sistema de epiciclo y deferente, a la órbita excéntrica,
al ecuante ...
Entre los astrónomos hispano-árabes de los siglos IX al XI se desarro-
lló un movimiento de oposición a este sistema de epiciclos y deferentes,
pues no pod ían admitir cjue un planeta se moviera recorriendo su epici-
clo alrededor de un punto en el que no había nada: Avempace, Geber ben
Aflah, Ibn Tufayl, Alpetragio, Averroes, Maimónides ... dieron una serie
de razones en apoyo de esta oposición. Así, Averroes dice: "Los astróno-
mos plantean la existencia de estas órbitas como principios, y deducen
consecuencias que son precisamente lo que los sentidos pueden consta-
tar, pero nunca demuestran que esas suposiciones de que han partido sean,
por su parte, necesarias para llegar a aquellas consecuencias".
En cuanto a Maimónides opina que: "para dar cuenta de la regulari-
dad de los movimientos, y para que la marcha de los astros esté de acuerdo
con los fenómenos observados, es necesario admitir una: de estas dos hipó-
tesis; sea un epícíclo, sea una esfera excéntrica, o, incluso, las dos a la vez.
Pero voy a demostrar que cada una de estas dos hipótesis está totalmente.
La Astronom ía de Tolomeo trataba de explicar los movimientos de
los planetas a base de combinaciones de movimientos circulares y unifor-
mes (movimiento perfecto), porque ese era, siguiendo a Aristóteles, el mo-
vimiento que convenía a los astros (seres perfectos), Durante muchos si-
glos, el problema de la Astronom ía consistía en encontrar un sistema, pri-
mero geocéntrico y después heliocéntrico que, combinando movimientos
circulares y uniformes, nos definiera las posiciones de los planetas ( y del
Sol y la Luna) en coincidencia con las posiciones observadas. Y para ello
hubo que recurrir al sistema de epiciclo y deferente, a la órbita excéntrica,
al ecuante ...
Entre los astrónomos hispano-árabes de los siglos IX al XI se desarro-
lló un movimiento de oposición a este sistema de epiciclos y deferentes,
pues no pod ían admitir cjue un planeta se moviera recorriendo su epici-
clo alrededor de un punto en el que no había nada: Avempace, Geber ben
Aflah, Ibn Tufayl, Alpetragio, Averroes, Maimónides ... dieron una serie
de razones en apoyo de esta oposición. Así, Averroes dice: "Los astróno-
mos plantean la existencia de estas órbitas como principios, y deducen
consecuencias que son precisamente lo que los sentidos pueden consta-
tar, pero nunca demuestran que esas suposiciones de que han partido sean,
por su parte, necesarias para llegar a aquellas consecuencias".
En cuanto a Maimónides opina que: "para dar cuenta de la regulari-
dad de los movimientos, y para que la marcha de los astros esté de acuerdo
con los fenómenos observados, es necesario admitir una: de estas dos hipó-
tesis; sea un epícíclo, sea una esfera excéntrica, o, incluso, las dos a la vez.
Pero voy a demostrar que cada una de estas dos hipótesis está totalmente.